No te vendas, muéstrate

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Cree en ti mismo. Foto de Katrina Wright en Unsplash

Hace unas semanas terminé un proceso de transformación que me ha llevado más de 4 años. Lo hacía asistiendo a mi primer evento presencial grande, la Tarugo 22. Fue el último esfuerzo, comprar una entrada meses antes para asistir solo a un evento sin saber si iba a conocer a alguien. Y terminó con una gran recompensa personal, participando en una gran celebración, sintiéndome una pequeña parte de una comunidad muy bonita, disfrutando mucho del evento y recordando el proceso que me llevó hasta allí y de lo vivido en el camino.

Para entender esta transformación es necesario saber el origen. Soy introvertido y desde que tengo recuerdo he sido muy inseguro, con miedo a equivocarme, al rechazo, a lo que los demás puedan pensar o decir de mí. Esto me llevó durante mucho tiempo a vivir en modo T-Rex, quedándome muy quieto para que nadie pudiera verme. Pero a la vez sufría porque quería hacer cosas, estar con gente, participar, ser aceptado. Quería ser visto.

Ser introvertido no significa que no te guste estar con gente. Significa consumir energía porque, mientras una parte de ti disfruta de ello, otra en segundo plano no para de analizar cada cara, gesto, palabra, cada cosa que dices, para saber si la has liado, intentando averiguar qué están pensando sobre ti. Significa que seguramente después pasarás gran parte de la noche dando vueltas a un comentario y lo que podrías haber hecho al respecto o la impresión que habrás dado. Significa acabar exhausto y que un pequeño incidente te deje KO pensando que para qué te metes en esos jaleos y que nunca más. Al menos, eso ha sido gran parte de mi vida para mí.

Durante muchos años fui un consumidor en la sombra de la comunidad tech, admirando a gente de nuestro sector, siguiendo lo que decían, viendo las charlas online, pero sin atreverme nunca a tomar una posición activa. Seguía en ese modo T-Rex y seguía sufriendo cada vez que me apetecía preguntar, participar, aportar y no podía. Me encanta nuestra profesión, aprender y compartir lo que sé, pero eso estaba en gran parte vetado para mí.

Hace unos años esto cambió gracias a que encontré a gente maravillosa que me tendió la mano para enseñarme y acompañarme. Por ello siempre les estaré agradecido. Asistí a meetups, empecé a escribir, participé en comunidades, di alguna charla. Me di cuenta de lo bonito que es mostrarse y es lo que quiero contar hoy.

La marca personal y el saber venderse.

Hace ya bastantes años que se puso de moda el concepto de marca personal y con ella volvió uno de esos mensajes que te repiten una y otra vez en el mundo profesional: hay que saber venderse.

Debo reconocer que este mensaje nunca me gustó, e incluso me generaba cierto rechazo. Seguramente aquí entran prejuicios y malos entendidos, pero es algo que nunca conectó conmigo. Para mí saber venderse implicaba mostrar una visión irreal de ti, perfecta, bien porque eras un súper experto en algo (lo cual nunca he sido) o por exagerar tus habilidades. Significaba competir, ponerte por encima de los demás. Significaba hacer A para conseguir B. Yo quería empezar a ser más activo e investigué sobre este tema pero no me convencía por todos estos motivos.

Recuerdo en aquella época hablar sobre estos temas con mi amiga Lourdes, que llevaba la parte de Marketing y Comunicación de la empresa. Recuerdo que me decía que tenía que ser más activo en redes como LinkedIn, y yo contestarle que si empezaba a estar más activo en LinkedIn se preocupara, porque en ese caso no estaría creando marca, sino buscando trabajo.

Y este es nuestro sector. Vivimos en una realidad en donde en la mayoría de los casos, sin hacer nada especial, nos vienen a buscar y no tenemos que hacer ningún esfuerzo por destacar e ir a buscar fuera. Pero esto es un arma de doble filo. Porque sin hacer ese esfuerzo consciente no sabemos si el que nos viene a buscar es el que a nosotros nos conviene y el que nos va a llevar hacia donde queremos dirigirnos. Tampoco sabemos si lo que vemos alrededor es representativo de la realidad que existe o estamos dejando de ver muchas opciones. Y de esta manera, perdemos muchas oportunidades para definir nuestro propio camino. Uno que nos ilusione y nos lleve allí donde seamos más felices.

La alternativa. Mostrarse

En esa misma época que hablaba con Lourdes de esto, también descubrí muchas otras cosas. Ella misma colaboraba en Adalab y Tech Shessions como mentora y te hablaba con pasión de ello. También estaba mi amiga Kate, a la que admiro muchísimo, que no paraba de buscar oportunidades de aprender, uniéndose a comunidades, yendo a meetups y conociendo a gente muy interesante.

Gracias a ellas descubrí que había otra manera de entrar en la comunidad que no tenía nada que ver con vender. Era aprender, participar, compartir, ayudar. Una alternativa que sí encajaba conmigo pero que tenía un requisito, mostrarse. No valía ser una parte pasiva de la comunidad, sino que requería ser activo y estar presente.

Empecé a ir a algún meetup con Kate, a conocer gente del sector que hacía cosas chulísimas, a hablar con personas que había seguido desde hace mucho tiempo. Surgió la oportunidad de dar una charla en un evento de IOT y me encantó. Y, casualidades de la vida, esas oficinas a las que asistía a los meetups se convertirían en mi casa, y ese anfitrión al que admiraba por todo lo que contribuía a la comunidad se convertiría en mi jefe.

Tuve la oportunidad de entrar en Liferay, en gran parte buscada por trabajar con personas de la comunidad que admiraba tanto y estaban dentro, y por ser un producto open source con su propia comunidad. Antes de entrar abrí este blog publicando mi primer artículo y reinicié mi cuenta de Twitter para prepararme, con la convicción de que quería ser activo y aportar. Trabajé con personas geniales que tenía como referente de lo que me encantaría llegar a ser. Y participé en una comunidad muy bonita, que es la de Liferay, ayudando a personas con lo que iba aprendiendo, y mostrando en lo que estábamos trabajando.

Y con este esfuerzo consciente de mostrarme y con constancia para vencer mis miedos, vinieron muchísimas cosas muy bonitas. Aprendizajes, personas maravillosas, eventos, como los de Liferay y la LicorcaConf, charlas y talleres, colaboraciones con gente top, como TeachT3ch y Rviewer, y muchas cosas más.

¿Por qué mostrarse?

Y después de este rollo seguramente te estés preguntando: “Vale, ¿pero por qué iba a querer yo mostrarme?”

Estos son algunos de los motivos por los que creo que merece la pena mostrarse:

  • Por la comunidad

La comunidad es una de las cosas más bonitas que tenemos en nuestro sector. Una comunidad tan abierta y colaborativa que no sólo comparte casos de éxito, sino aprendizajes, errores, e ideales. Grandes profesionales que buscan siempre cómo mejorar y comparten su experiencia. Tener acceso a ella me parece valiosísimo.

Además, me encanta la posibilidad de tener acceso tanto a grandes referencias de nuestra profesión como a referentes más cercanos. Personas que van unos años por delante de nosotros y nos muestra que nosotros también podemos conseguirlo.

  • Por el networking

Vivimos en una burbuja profesional donde, según tu círculo personal, es difícil encontrar personas que te entiendan y con las que puedas compartir tus aspiraciones y frustraciones. No tener una red amplia de personas distintas que te entienda te limita a tus pensamientos, que pueden ser completamente equivocados, dependiendo sólo de tu experiencia y de tu entorno para crecer.

También es un sector tan amplio que es difícil conocer todas las posibilidades que te da la tecnología para trabajar y saber de ellas me parece muy importante.

  • Por el autoconocimiento

A veces vivimos tan callados, con tanto miedo al error, que ni siquiera nos atrevemos a hablar con nosotros mismos. ¿Te ha pasado alguna vez que alguien te pregunte con verdadero interés en escuchar tu opinión y, mientras respondes, te das cuenta de que lo que sabías era valioso? Como si tú fueras el primer sorprendido al oír lo que piensas. Igual soy raro… pero a mí me ha pasado.

Escucharnos desde fuera es una herramienta fantástica para conocernos. Lo que sabemos, lo que valoramos, lo que nos interesa. Además, conocerte me parece un requisito imprescindible para creer en uno mismo.

  • Por la confianza

Según te conoces más y te atreves a compartir tus pensamientos, tu confianza crece.

Comprobar que cuando hablas hay gente que te escucha, ya sea para aprender o debatir, darte cuenta que eres lo suficientemente valioso para que alguien se esfuerce en mostrarte su visión o en alabar tu opinión es algo genial.

  • Por el crecimiento

No decir nada por miedo al error no te libra de estar equivocado, y no moverte de lo que ya sabes no impide que el mundo se siga moviendo.

Tener la oportunidad de que alguien nos muestre, nos enseñe y nos corrija es increíble. Poder tener un crecimiento que va más allá de nuestra propia visión y experiencias, accediendo a las visiones y experiencias de los demás.

  • Para aprender a comunicar

En el mundo actual cada vez es más necesario colaborar y cada vez más difícil vivir sólo especializado en tu área. La comunicación es fundamental y diría que es la principal fuente de nuestros problemas y el mejor camino hacia nuestras soluciones.

Aprender a comunicar, saber organizar tus ideas, expresar opiniones, debatir de manera sana, influir…, es algo muy preciado profesionalmente.

Lo que también tienes que tener en cuenta

Como te he dicho hasta aquí, creo que mostrarse tiene muchos beneficios y me ha aportado mucho, pero también viene con un coste que debes considerar:

  • El coste de tiempo

Según cómo lo hagas, mostrarse puede suponer mucho tiempo. En momentos en los que he estado más activo era como tener dos trabajos con el consecuente desgaste de energía. No la parte de compartir, que podía gestionarla mejor, sino por los compromisos que había adquirido con otras personas que a veces me llevaban al límite.

También por mucho que sea algo distinto a tu trabajo, sigue estando relacionado con tu profesión, por lo que no cuenta como un descanso completo para despejar la mente. Es necesario que marques límites y descanses de verdad haciendo otras cosas (o sin hacer nada).

  • Las expectativas

Muchas veces somos nuestro peor enemigo. La autoexigencia y la presión que nos ponemos encima es enorme. Es difícil empezar a mostrarse y muy fácil ver todo lo que hacen los demás. Las comparaciones son odiosas y es difícil no compararte con grandes referentes una vez empiezas, asumiendo que tú deberías estar haciendo lo mismo.

Gestiona las expectativas, marca tus propios objetivos, y fíjate sólo en ti mismo para evitar esto. Como en el resto de la vida, la única comparación sana y verdadera es con uno mismo.

  • El coste mental

Según tu forma de ser, empezar a mostrarse puede resultar mentalmente agotador. Yo al principio cada vez que escribía un tweet, volvía corriendo a revisarlo por si había cometido alguna falta de ortografía o se podía entender mal, lo chequeaba 3 o 4 veces y a veces lo acababa borrando.

También, aunque la mayor parte de lo que recibas sea positivo, el cerebro tiende a enfocarse en lo malo. Y vendrán comentarios malos. Para mí cada cada mensaje negativo o malintencionado ha sido como un mazazo y ha supuesto muchos dolores de cabeza.

Pero también ha sido un gran aprendizaje. Gracias al poder de la costumbre, poco a poco, poder compartir con más confianza y aprender a lidiar y relativizar este tipo de comentarios.

Mostrarse no es un requisito, es un PERK

Aquí viene un disclaimer. Mostrarse no es un requisito para ser un buen profesional. Hay personas increíbles que no encontrarás en la comunidad, dando charlas o escribiendo en redes. Cada uno tiene su visión vital y situación personal, y no pasa nada.

Mostrarse me parece un beneficio y nada más. No juzgues a una persona por lo que contribuye o no en redes, por los eventos a los que asiste o por las charlas que da, ya que con bastante probabilidad te estarás equivocando. Mejor aún, no juzgues.

La vida que mostramos es un pequeño fragmento de nuestra vida real, y además una que puede estar muy distorsionada. No saques conclusiones de ello.

Conclusión

Y este ha sido mi viaje. Un viaje lleno de aprendizajes, crecimiento y recompensas muy bonitas. Un viaje también de esfuerzo y desgaste, pero que ha merecido la pena. Un viaje donde aprendí que no hace falta ser un experto, sentar cátedra o dar una visión perfecta de uno mismo para relacionarte con los demás. Que se puede compartir desde los errores, la humildad, la experiencia, y la gente lo valora y agradece. Que no hace falta venderse, sólo mostrarse.

Y eso quería decirte hoy, junto con otros grandes tópicos, que por ser tópicos no dejan de ser verdad. Que si haces cosas pasan cosas. Que si das desinteresadamente, sin esperar recibir nada a cambio, eres recompensado con creces. Que lo más bonito de nuestra profesión son las personas. Que no hay nada que dé más energía que ayudar a los demás. Que si eres buena persona atraes a buenas personas.

Hoy me siento muy afortunado por lo conseguido, por lo vivido y por las personas que tengo a mi alrededor. Ojalá este texto te sirva para lanzarte a conseguir lo mismo o valorar lo que ya tienes ✨.