Umbrales del dolor, dolores y formas de aliviarlos

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Bolsas intravenosas en un entorno hospitalario. Foto de insung yoon en Unsplash

Hace unos días, durante mis vacaciones en Barcelona con mi familia, experimenté el dolor más intenso que he sentido en toda mi vida. De repente, pasé de estar perfectamente bien a encontrarme doblado en el suelo en cuestión de minutos, sin poder moverme ni pensar en nada más que en cómo aliviar ese dolor insoportable. Fue una experiencia que espero no tener que volver a vivir nunca más. Desde entonces, llegaron la ambulancia, el hospital, los analgésicos, las pruebas médicas y, afortunadamente, el proceso de recuperación en casa mientras escribo estas líneas.

Pero, ¿realmente era tan doloroso? ¿qué nivel de intensidad estaba experimentando objetivamente? ¿era equiparable al que otra persona podría sentir en circunstancias similares? ¿o al dolor causado por alguna otra enfermedad? Siendo sincero, ni lo sé ni me importa. El dolor, al igual que otras sensaciones y emociones, es personal y subjetivo. Sin embargo, esto no lo hace menos real, al menos para la persona que lo está sufriendo. Una vez superado el umbral del dolor soportable, lo externo y objetivo pierde importancia, y lo único que importa es encontrar formas de aliviarlo.

Esta experiencia me ha llevado a reflexionar sobre otros tipos de dolores y umbrales, y cómo los gestionamos. Dolores presentes en nuestra vida laboral y en nuestras interacciones con compañeros: estrés, angustia, malestar, ansiedad, conflictos, frustración, desmotivación… Dolores y umbrales completamente personales y que, con frecuencia, abordamos de manera inadecuada al intentar racionalizarlos en exceso, aplicar soluciones impersonales, compararlos de manera absurda o incluso competir entre ellos, lo que solo provoca más daño y nos hace olvidar el sufrimiento original.

Es esencial comprender de manera individualizada los umbrales y dolores de las personas que nos rodean, así como los nuestros propios, y aplicar las herramientas adecuadas para aliviarlos. Solo así podremos crear un entorno laboral saludable en el que prime siempre el bienestar emocional.

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TRG23 o cómo hacer comunidad

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Logo de la TRG CON

Este fin de semana asistí a mi cuarta Tarugoconf/TRG. Con 2 online y 2 presenciales, igualé las veces que me quedé con las ganas con las veces que me lancé sin pensar, confirmando que la vida recompensa a los que se atreven.

Siendo honestos, reconozco que no sé si habré llegado a exprimir el 50% de todo lo que ofrece esta conferencia. La fecha me pilló sobrecargado de trabajo, con un cierto desgaste social y otros compromisos personales por los que no pude sacar tiempo para la plataforma online, ni asistir el día de talleres, ni al Community Day. Pero aún así, compensó un 200%.

Incluso mientras iba el viernes a La Nave, pensaba que lo que debería estar haciendo era quedarme en casa y estar con mi familia, comprendiendo que por mucho que ames tu profesión siempre habrá momentos de tensión con tu vida personal y que para todo hay fases y momentos. Pero nada más llegar a la entrada me di cuenta de que, de cierta manera, allí también estaba en casa.

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El Cisne

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Logo del Cisne de la serie Perdidos

Recuerdo la primera vez que vi El Cisne. Abrir la escotilla y encontrar a un Desmond desesperado, cuya cara era la personificación de la locura. Recuerdo el protocolo: 4, 8, 15, 16, 23, 42 y presionar el botón. Ese protocolo que debía repetirse cada 108 minutos.

Recuerdo al principio sentirme fascinado por el protocolo, sin preguntarme demasiado el porqué. Recuerdo aprendérmelo de memoria y sentirme especial. Después de un tiempo, recuerdo pensar en ello y en lo que habría detrás, ¿qué justificación podía haber a ese protocolo tan aleatorio? Recuerdo mi reacción al conocer la respuesta: de no hacerlo, algo terrible pasaría. Recuerdo debatirme mentalmente entre el deber de seguir el protocolo ciegamente y la tentación de desafiarlo. Esa fue la primera vez que vi El Cisne, pero no sería la última.

Es curioso que la herramienta para seguir ese protocolo era un ordenador. Quizás los ordenadores nos llevan a este tipo de sinsentidos y desesperaciones. Y es que en los años que llevo trabajando he visto muchos “Cisnes”. Protocolos crípticos seguidos al pie de la letra, con justificaciones similares, realizados una y otra vez.

Nosotros, personas de ciencia, tenemos la superstición y los rituales mucho más cerca de lo que pensamos, formando parte de nuestro día a día. Y es por ello que debemos permanecer alerta, identificarlos y desafiarlos para poder progresar y seguir creciendo.

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Al otro lado del onboarding

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Letras de Scrabble con el mensaje \"En el inicio". Foto de Brett Jordan en Unsplash

Comenzar un nuevo trabajo es uno de los momentos más críticos en la vida profesional de una persona. Es un momento de especial vulnerabilidad, donde una persona decide dejar atrás todo lo que conoce y lanzarse a lo desconocido, a una nueva oportunidad lleno de expectativas e ilusiones.

Por suerte, las empresas cada vez son más conscientes de ello y dedican mucho tiempo y esfuerzo a diseñar procesos de onboarding que ayuden a las nuevas incorporaciones a integrarse en la compañía. A familiarizarse con el negocio, el trabajo y sus compañeros para facilitar este proceso y que puedan ser efectivos pronto.

Pero no todo recae en las empresas. Como individuos también debemos tomar un papel activo en esta etapa. Ser conscientes de este momento crítico y poner de nuestra parte para tener éxito.

Hace tiempo hablaba del proceso de onboarding desde el punto de vista de la empresa. Después de mucho tiempo enfocado en cuidar las incorporaciones de mis compañeros, ayudándoles en estos procesos, estas semanas me ha tocado vivir el onboarding desde el otro lado.

En este artículo me gustaría compartir mis reflexiones acerca de esta experiencia y lo que he aplicado para intentar que estas primeras semanas de trabajo vayan de la mejor manera posible.

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El balance del 2022

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2022. Foto de Kelly Sikkema en Unsplash

Acabó un nuevo año y, aunque algo tarde, creo que es bueno hacer balance.

Hace poco reflexionaba, después de una reunión maratoniana de retrospectiva, de lo poderosas que son estas dinámicas para pararte a pensar. Para darte cuenta que no estás sólo con tus preocupaciones y deseos. Para dar perspectiva.

Los balances para mí, aunque en solitario, tienen el mismo efecto: darme el espacio para reflexionar y ganar perspectiva. Sobre lo malo, sobre lo bueno y sobre lo que quiero que pase de aquí en adelante.

2022 no ha sido un año fácil. Quizás por la edad que tengo ya se acabaron este tipo de años, o quizás siempre fueron difíciles pero no me paraba a pensarlo y me dedicaba más a disfrutarlos. La muerte de mi suegro, un accidente de tráfico que aún me remueve cuando pienso en él, enfermedades, la odisea que sigue siendo conciliar… También un cambio de trabajo con el que, siendo sinceros, no he encontrado lo que buscaba y con el que sigo luchando.

Pero también ha habido cosas positivas y quiero enfocarme en esto. Lo que más me ha aportado y me ha hecho feliz en este año 2022, y lo que espero del 2023.

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