TRG23 o cómo hacer comunidad

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Este fin de semana asistí a mi cuarta Tarugoconf/TRG. Con 2 online y 2 presenciales, igualé las veces que me quedé con las ganas con las veces que me lancé sin pensar, confirmando que la vida recompensa a los que se atreven.

Siendo honestos, reconozco que no sé si habré llegado a exprimir el 50% de todo lo que ofrece esta conferencia. La fecha me pilló sobrecargado de trabajo, con un cierto desgaste social y otros compromisos personales por los que no pude sacar tiempo para la plataforma online, ni asistir el día de talleres, ni al Community Day. Pero aún así, compensó un 200%.

Incluso mientras iba el viernes a La Nave, pensaba que lo que debería estar haciendo era quedarme en casa y estar con mi familia, comprendiendo que por mucho que ames tu profesión siempre habrá momentos de tensión con tu vida personal y que para todo hay fases y momentos. Pero nada más llegar a la entrada me di cuenta de que, de cierta manera, allí también estaba en casa.

¿Qué es la TRG?

Es difícil expresar qué es la TRG de forma que realmente se comprenda lo que supone para los asistentes. Si nos quedamos en lo objetivo parece sencillo, un evento tecnológico con un track, ocho charlas, ratos de networking y comida. Pero para el que haya tenido la oportunidad de vivirlo, sabe de sobra que esta conferencia es mucho más que Tecnología, Relaciones y Gastronomía.

Es un evento cuidado al detalle que rezuma cariño mires por donde mires. Ocho charlas impresionantes, que o bien te abren la mente o directamente te la explotan, y un entorno donde reencontrarte con amigos, compañeros, referentes y desconocidos en un ambiente tan acogedor que es imposible no sentirse a gusto.

Disfruté enormemente de cada charla. No puedo poner ni un pero a ninguna. Chema Alonso, referente nacional, tan cercano hablando de IA y LLMs. Sandra Hernandez, con 26 años, demostrando que se puede llegar a la NASA con esfuerzo y determinación. Sergio Rodríguez trayendo la velocidad de la F1 al procesado de datos. Isa Gárate recordando una vez más que el secreto de un buen producto es tan simple y tan difícil como empatizar, comunicarse y entenderse. Débora Franco mostrando cómo la tecnología llega a lugares tan recónditos como una viña. Antonio Alcaide enseñando como hasta el negocio más tradicional debe saber reinventarse e innovar para asegurar el futuro. Pablo Santos dando una lección de humildad y con una sinceridad dolorosa explicando como hasta la venta más exitosa puede sentirse un fracaso cuando no manejas las expectativas y te adaptas. Y por último, David Bonilla, continuando siendo ejemplo de transparencia con los datos de la conferencia, y esta vez cerrando con un mensaje de optimismo, habrá TRG24 y por mi parte tengo claro que volveremos a vernos el año que viene.

Qué decir sobre el networking. Disfruté más del doble de lo que hubiera podido imaginar y aún así no llegué a la mitad de lo que me hubiera gustado exprimirlo. Pude reencontrarme con antiguos compañeros y amigos a los que echaba mucho de menos. Intercambiar algunas palabras con personas que admiro profundamente. Desvirtualizar y conocer a personas maravillosas. Y con todo, me quedé con ganas de compartir un rato con mucha gente más.

Y es que por mucho que sea un evento fantástico, el mayor valor de la TRG son sus personas. La TRG es, más que cualquier otra cosa, COMUNIDAD con mayúsculas.

¿Qué es comunidad?

Por mucho que te guste tú trabajo y estés en la mejor empresa del mundo, el día a día puede hacerse algo solitario. Es difícil poder compartir con completa libertad tus inquietudes y aspiraciones con tus compañeros de trabajo y la visión que tienes dentro de una empresa es muy limitada. Es muy difícil no sentirte solo y abrumado en una tarea tan importante como es guiar tu carrera profesional.

Y ahí es donde entra la comunidad. La comunidad es encontrar personas que comparten tus mismas inquietudes, aspiraciones y pasiones. Personas que te muestran todo lo que es posible, muchas cosas de las cuales ni pudiste imaginar. Que te desafían con otras experiencias y realidades a salir de tu burbuja. Que te abren la mente. Que te comprenden cuando crees que eres el único que está pasando por esa situación o que estás sintiendo aquello. Que te acompañan cuando te sientes solo. Que te sostienen cuando las cosas no van bien. Y que siempre están dispuestas a escuchar y echar una mano.

Una comunidad es aquella que te demuestra que no tienes porque venderte, sólo mostrarte como eres, como descubrí el año pasado en esta misma conferencia.

Y entre todas las comunidades, con total sinceridad, me parece difícil encontrar una mejor que la que forma la TRG.

Aprendizajes

La TRG nos ha enseñado que la IA, por mucho avance que haya dado e increíble que parezca, de momento sólo va a reemplazar lanzar una moneda al aire. Que es posible trabajar en la Nasa o en la F1. Que la tecnología puede servir para arreglar dientes, hacer cañas, cuidar viñas o incluso salvar vidas. Que se puede aprender a navegar la complejidad y la incertidumbre cada vez más presente en este mundo. Que a emprender se puede empezar comiendo hamburguesas. Que seas de ventas, producto o desarrollo, la clave está en saber comunicarte y entenderte con personas que piensan y hacen cosas diferentes a ti. Que puedes sentirte fracasar y aprender incluso construyendo un producto increíble y vendiéndolo a una gran empresa. Y eso sólo mencionando unos pocos ejemplos.

Nos ha enseñado que, por mucho que digan lo contrario, es una buena idea rodearte de amigos y familiares para montar un evento, y de hecho es sinónimo de éxito. Que los referentes son más cercanos de lo que parecen y que tienes mucho que ganar por atreverte a acercarte a ellos. Que se pueden viajar cientos de kilómetros para rodearte de desconocidos y sentirte como en casa. Y que por mucho que consigas hacer el mejor evento del mundo, lo más importante siempre serán las personas.

Si algo nos ha enseñado David Bonilla es que hacer el tarugo compensa. Que un email puede ser el comienzo de algo maravilloso. Y, yo al menos, por ello le estaré enormemente agradecido.

Conclusión

La TRG se ha convertido para mí en uno de los momentos del año y es por eso que, aún recién acabada, no puedo dejar de pensar en el año que viene.

Nos volveremos a ver, seguiré aprendiendo, disfrutando y formando una pequeña parte de esta comunidad tan maravillosa que habéis construido.

¡Un millón de gracias a todos aquellos que la hacéis posible y hasta el año que viene!