Conmigo o contra mí

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Persona gritando en primer plano. Foto de Photo Board en Unsplash

Vivimos en una época de extremos. De generalizaciones. De imposiciones disfrazadas de opiniones firmes (que, si no puedes rebatir, es tu culpa por no argumentar bien… o por tener una opinión “menos válida”). Una época en la que la bravuconada se celebra o se teme. Donde la chulería, si no es la norma, al menos es la cara más visible. Y acaba pareciendo la única opción posible.

Seguramente, al leer esto, lo asocies con la política. Pero lo cierto es que esta dinámica lo impregna todo: nuestro entorno, las redes sociales, nuestras profesiones… y nuestro sector no es diferente. Seguimos idolatrando al líder visionario que impone su criterio sin tener en cuenta a nadie. Confundimos el “gracias a” con el “a pesar de”, olvidamos el sesgo del superviviente, y perdonamos las formas de quienes tuvieron éxito… hasta que, demasiado tarde, nos damos cuenta de todo lo que se llevaron por delante.

Y entonces, cambiamos de tirano, pero no de paradigma. Buscamos al siguiente ególatra carismático, al que todavía le permitimos que sus “logros” justifiquen cualquier medio.

Debo confesar que escribo esto desde el hartazgo. Desde la desilusión. Como desahogo. Pero también, quizás, como un grito de ayuda. Una invitación a escuchar otras voces, menos ruidosas, que también ven los mismos síntomas y que piensan, como yo, que otras formas también son posibles.

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Soy

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Foto de retrato en sepia y difuminada

“Soy” es una palabra poderosa. Es aquella que más nos marca y delimita. Es de las palabras que más usamos y de las primeras que decimos a otro: “Hola, soy…”. Pero, a pesar de la práctica, creo que, la mayor parte del tiempo, la usamos mal.

Usamos “soy” como si fuera algo estático e inamovible, cuando, en realidad, es algo que cambia y que tenemos el poder de cambiar. “Soy” es presente, y el presente es lo que decidimos hacer con él. No niego que soy de donde vengo y hacia donde quiero ir, pero soy consciente de que es mi decisión unir esos hilos, tanto como decidir, en cualquier momento, cortarlos.

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Canciones de despedida

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Foto de Mikel Izal en el último concierto de IZAL en Madrid de la agencia EFE

Pronto se cumplirán 2 años desde que Izal nos dijera adiós en aquel último concierto en el WiZink Center de Madrid. Después de 12 años de música, 5 discos e innumerables conciertos. Curiosamente, ese adiós nos lo dijeron muchos años antes comenzando su segundo disco con una Despedida. Despedida que tuvo que esperar 9 años para que entendiéramos todo lo que significaba.

Y pensándolo bien, ¿por qué esperar al final para escribir una despedida? ¿Por qué arriesgarnos a que nos pille desprevenidos, sin fuerzas, con dudas o resentimientos? Mucho mejor escribirla al inicio, cuando seguimos enamorados, eufóricos y viviendo en esos días tan rápidos, tan fáciles y tan intrépidos.

Porque queramos o no, cuando comenzamos algo por muy bonito que sea, comenzamos una cuenta atrás. Y aunque al comienzo nos sintamos superhéroes, llegará el día en que las balas no reboten o los malos sean más fuertes o volar no sea tan fácil o conozcan nuestros planes.

Por eso hoy, después de algo más de año y medio en Celonis, de una época de crecimiento, retos y momentos felices, quiero buscar esa pausa para valorar lo que tengo ahora. Hacer balance y prometerme seguir disfrutando hasta el final.

Quiero ir preparando mi fiesta de despedida en la que yo y todos aquellos que me acompañen estos años podamos recordar los buenos tiempos. Escribir esta “canción” por cada uno de aquellos días tan plácidos, ingrávidos, tan espléndidos, tan románticos… y que se marcharán.

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Umbrales del dolor, dolores y formas de aliviarlos

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Bolsas intravenosas en un entorno hospitalario. Foto de insung yoon en Unsplash

Hace unos días, durante mis vacaciones en Barcelona con mi familia, experimenté el dolor más intenso que he sentido en toda mi vida. De repente, pasé de estar perfectamente bien a encontrarme doblado en el suelo en cuestión de minutos, sin poder moverme ni pensar en nada más que en cómo aliviar ese dolor insoportable. Fue una experiencia que espero no tener que volver a vivir nunca más. Desde entonces, llegaron la ambulancia, el hospital, los analgésicos, las pruebas médicas y, afortunadamente, el proceso de recuperación en casa mientras escribo estas líneas.

Pero, ¿realmente era tan doloroso? ¿qué nivel de intensidad estaba experimentando objetivamente? ¿era equiparable al que otra persona podría sentir en circunstancias similares? ¿o al dolor causado por alguna otra enfermedad? Siendo sincero, ni lo sé ni me importa. El dolor, al igual que otras sensaciones y emociones, es personal y subjetivo. Sin embargo, esto no lo hace menos real, al menos para la persona que lo está sufriendo. Una vez superado el umbral del dolor soportable, lo externo y objetivo pierde importancia, y lo único que importa es encontrar formas de aliviarlo.

Esta experiencia me ha llevado a reflexionar sobre otros tipos de dolores y umbrales, y cómo los gestionamos. Dolores presentes en nuestra vida laboral y en nuestras interacciones con compañeros: estrés, angustia, malestar, ansiedad, conflictos, frustración, desmotivación… Dolores y umbrales completamente personales y que, con frecuencia, abordamos de manera inadecuada al intentar racionalizarlos en exceso, aplicar soluciones impersonales, compararlos de manera absurda o incluso competir entre ellos, lo que solo provoca más daño y nos hace olvidar el sufrimiento original.

Es esencial comprender de manera individualizada los umbrales y dolores de las personas que nos rodean, así como los nuestros propios, y aplicar las herramientas adecuadas para aliviarlos. Solo así podremos crear un entorno laboral saludable en el que prime siempre el bienestar emocional.

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TRG23 o cómo hacer comunidad

5 mins.
Logo de la TRG CON

Este fin de semana asistí a mi cuarta Tarugoconf/TRG. Con 2 online y 2 presenciales, igualé las veces que me quedé con las ganas con las veces que me lancé sin pensar, confirmando que la vida recompensa a los que se atreven.

Siendo honestos, reconozco que no sé si habré llegado a exprimir el 50% de todo lo que ofrece esta conferencia. La fecha me pilló sobrecargado de trabajo, con un cierto desgaste social y otros compromisos personales por los que no pude sacar tiempo para la plataforma online, ni asistir el día de talleres, ni al Community Day. Pero aún así, compensó un 200%.

Incluso mientras iba el viernes a La Nave, pensaba que lo que debería estar haciendo era quedarme en casa y estar con mi familia, comprendiendo que por mucho que ames tu profesión siempre habrá momentos de tensión con tu vida personal y que para todo hay fases y momentos. Pero nada más llegar a la entrada me di cuenta de que, de cierta manera, allí también estaba en casa.

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