Pronto se cumplirán 2 años desde que Izal nos dijera adiós en aquel último concierto en el WiZink Center de Madrid. Después de 12 años de música, 5 discos e innumerables conciertos. Curiosamente, ese adiós nos lo dijeron muchos años antes comenzando su segundo disco con una Despedida. Despedida que tuvo que esperar 9 años para que entendiéramos todo lo que significaba.
Y pensándolo bien, ¿por qué esperar al final para escribir una despedida? ¿Por qué arriesgarnos a que nos pille desprevenidos, sin fuerzas, con dudas o resentimientos? Mucho mejor escribirla al inicio, cuando seguimos enamorados, eufóricos y viviendo en esos días tan rápidos, tan fáciles y tan intrépidos.
Porque queramos o no, cuando comenzamos algo por muy bonito que sea, comenzamos una cuenta atrás. Y aunque al comienzo nos sintamos superhéroes, llegará el día en que las balas no reboten o los malos sean más fuertes o volar no sea tan fácil o conozcan nuestros planes.
Por eso hoy, después de algo más de año y medio en Celonis, de una época de crecimiento, retos y momentos felices, quiero buscar esa pausa para valorar lo que tengo ahora. Hacer balance y prometerme seguir disfrutando hasta el final.
Quiero ir preparando mi fiesta de despedida en la que yo y todos aquellos que me acompañen estos años podamos recordar los buenos tiempos. Escribir esta “canción” por cada uno de aquellos días tan plácidos, ingrávidos, tan espléndidos, tan románticos… y que se marcharán.